Aireando las ideas. [Libre]

Relajate, relajate, relajate... no podía parar de repetirmelo desde que había salido de casa. Cuando mi padre me habia dicho que tendriamos que pasar una temporada en Atenas pensaba que se refería a un par de semanas, pero ya llevabamos un mes ¡un mes en aquella desconocida ciudad para mi! Intenté relajarme. Aquello era lo mejor para mi padre, aquí en Atenas había conseguido el trabajo que siempre había deseado, y yo no podía reprocharle nada... después de que él hubiera dedicado cada noche y cada día a mi.

Con un sonoro bufido entré en el puerto de Heraklión. Todas las tardes solía pasear por aquel tranquilo sitio, deseando así poder evadirme un poco de la realidad que me estaba tocando vivir.

Anduve unos pocos metros pensando en todo lo que había dejado atrás, que era poco pero muy importante para mí. Pensé en Liss, mi mejor amiga desde que tenái conciencia, en mi pequeña pero encantadora casa del centro del Barrio Francés, en el Café Du Monde, en el que pasaba horas y horas leyendo... Todo aquello me hacia sentir tanta añoranza, tanta que notaba como las estúpidas lagrimas se acumulaban en mis ojos. Pero no iba a llorar, no iba a ser debil. Superaría esto, al igual que había superado mil cosas antes.

Seguí un poco más, hasta que me di cuenta que no estaba sola, una chica leia en un banco próximo a mi.

La chica que estaba a pocos metros de mi parecía confundida, nerviosa o aburrida... no era capaz de saberlo muy bien. Como si supiera que yo estaba allí, ella se levantó y segundos después el libro que anteriormente había estado en sus inquietas manos salió disparado por culpa de una rafaga de aire. Sin darme tiempo a reaccionar, este fue a parar a mis pies.

La chica instantaneamente corrió tras el, con tan mala suerte que tropezó y cayó al suelo. Al principio me había asustado ya que pensaba que se habia podido hacer daño, pero al ver como se levantaba y se quitaba el polvo de su ropa de "malota" mis preocupaciones se fueron y no pude evitar soltar una pequeña carcajada. - ¿Tienes ganas de hacer flexiones a estas horas? - pregunté burlona mientras cogía el libro del suelo. Miré la portada, curiosa por saber que libro era, pero en ella no aparecía ningún tipo de titulo. Alcé una ceja confundida mientras abria el libro para examinar su interior.

Mientras miraba el libro la actitud nerviosa y desconfiada de la chica me extrañó - Parece interesante - dije desganada - [b]los Dioses tienen que ser la mar de interesantes[/b] - solté una pequeña risita - Pero ir por Atenas con un libro sobre Dioses egipcios es ir provocando un poco ¿no crees? - pregunté divertida alzando una ceja. Cerré el libro con cuidado y se lo devolví a su dueña. - De nada, supongo que puedo hacer de esto mi buena acción del día - le dije aburrida. Me fije en la cara de la chica, tras todo su nerviosismo podía ver algo en ella, algo distinto al resto de humanos que nos rodeaban. Entrecerré los ojos intentando ver más allá, pero era absurdo. Todo era absurdo. Aquella ciudad era absurda. Mi vida era absurda. El hecho de ser... bueno, eso era algo mucho más que absurdo. Me acurruqué más en mi bufanda, el frio ambiente de Atenas era tan diferente al de Nueva Orleans que tardaría mucho tiempo en acostumbrarme a el.

Miré a la chica con el ceño fruncido. Parecia sociable, muy sociable. Cosa que yon nunca había sido, ni quería ser. Con el enfado que tenía con mi padre no me entraba muchas ganas de ser cortés y educada y además, estaba atardeciendo, cosa que significaba que pronto llegaría la noche y con ello el incremento de poder de mis poderes. Un escalofrió recorrió mi espalda al recordar aquella sensación abrumadora, odiaba con todas mis ansias esos poderes. Me hacian ser más rara de lo que yo ya era. Deshice todos los pensamientos que me había hecho en los últimos minutos. No tenía más remedio, tendría que empezar de nuevo en aquel viejo y mágico sitio, ¿y que mejor sociabilizando un poco?

Con toda la fuerza de voluntad posible, sonreí cortesmente a la chica - Encantada, yo soy Clarissa. Clarissa Deveraux - tendí mi mano derecha . Reí ante su pregunta y contesté - Estoy en la misma circustancia que tú. Soy nueva en Aetnas por así decirlo - devié un poco la mirada intentando no ponerme nostalgica. Froté mis manos, el frio empezaba a ser más notable y la brisa del mar no hacia más que incrementar esa sensación.

Los primeros segundos, Isis no aceptó mi mano. Extrañada alcé una ceja ¿tenía acaso un problema conmigo? Estaba confundida, vale quizás había sido un poco precipitada la conversación, pero según recordaba había sido ella la que había empezado con las presentaciones. Yo solo le había seguido por educación y cortesia.

Cuando ella extendió su mano para coger la mía, todas mis suposiciones desaparecieron. Vale, quizás solo fuera un poco tímida. Sonreí de medio lado, en cierta parte agradecida. En cuanto su mano tocó la mía la sensacion fue espontanea. Una pequeña pero intensa corriente eléctrica recorrió desde la punta de mis dedos al centro de mi palma. Confundida y un poco asustada, levanté la vista y me encontré con unos ojos nerviosos que me miraban sin saber como explicar la situación que al parecer ella también había experimentado.

Iba a abrir la boca cuando Isis se me adelantó. Mirandola extrañada, opté por hacer lo mismo que ella. Olvidar la extraña experiencia que seguramente había sido algo sin importancia. - Cla-aro, será un placer - conseguí decir en apenas un susurro. Sin apenas poder decir nada más, Isis preguntó algo - Estoy aquí desde hace poco más de un mes - dije más compuesta esta vez - ¿Y tú? -

Isis no sacó el tema de aquel "accidente", así que yo hice lo mismo. Aunque de una cosa estaba segura, con el tiempo si lograbamos tener más confianza, le preguntaría por lo sucedido hoy ¿ella también había sentido lo mismo? ¿tenía alguna ide de que podía ser? Acaso ella... no terminé la frase. Era absurdo. No existian Semi Dioses por todos lados, yo era una mezcla extraña de una Diosa aburrida y un mortal, no existían más. Era absurdo.

Olvidandome del tema que tantos quebraderos de cabeza me daba, escuché lo que decía y enseguida la duda me asaltó. ¿Tres días y tan bien se conocía la ciudad? Antes de ser impertinente y preguntarle por eso, Isis terminó la frase, con lo que era evidente algún tipo de excusa. Sonreí y no pregunté nada. Eramos unas desconocidad, no me debía ningún tipo de sinceridad, si quería ocultarme algo pordía hacerlo perfectamente.

Sin hablar ninguna de las dos, ambas nos pusimos en marcha. Cuando andamos unos pocos segundos, Isis preguntó y yo inmediatamente estremecí. Esa chiquilla quería ir nada más y nada menos al templo dedicado a la Diosa Atenea. Sin saber muy bien como negarme a ir a ese sitio le contesté - Hum... no me caen muy bien los Dioses - dije con tanta razón que ella no sería capaz de imaginarselo - ¿que te parece si vamos mejor a alguna cafetería tranquila? - pregunté con una sonrisa amable.

Sonreí al ver la cara de confusión de Isis. Mi anterior comentario cualquier persona normal lo habría tomado como un chiste, pero esta chica parecía tener una reacción diferente y eso me agradó... quizás había encontrado a alguien con quien poder compartir un buen rato. Escuché su comentario y mi sonrisa aumentó, convirtiendose en una especie de mueca burlona. Asentí cuando terminó de hablar como muestra de cortesía, aunque yo realmente no opinara lo mismo que ella, pero ¿acaso le iba a interesar a ella, una completa desconocida, mi drama con "las existencias sobrenaturales" - Ya, te entiendo - mentí con una pequeña risilla.

Más valía pasar de ese asunto, no sería nada bueno presentarme seguri con ese tema y acabar presentandome como "La hija de una Diosa". Contuve una carcajada, aquella situación por muy real que fuera me seguía pareciendo absurda.

-Vale, mucho mejor - contesté cuando Isis me propuso su idea. Desde que había llegado a Atenas, solo me había relacionado con mi padre y con mi abuela, un poco de compañia "más decente" me vendría bien.

Empezamos a caminar y segundos después escuché la pregunta de Isis - En Nueva Orleans ¿es un poco evidente, no? - pregunté mientras hacia notar más mi acento y a la vez reia.

Contrariada ante el gesto que hizo cuando me habló, reí amablemente. Era más que evidente que el leve acento francés característico de Nueva Orleans era muy diferente al marcado acento francés del país galo, aún así eso era un detalle que ella no tendría por que conocer.

Intrigada por saber cual era su origen, giré un poco la cara para mirarla y preguntarle - ¿Y de donde... - formulé sin poder terminar la pregunta, ya que Isis emepezó a hablar emocionado sobre mi ciudad natal.

Una nostálgica sonrísa se dibujo en mi rostro. Era cierto, Nueva Orlenas era el lugar más fantástico del mundo. Era una ciudad envuelta en una mágica y un encanto inigualable. En pocos segundos llegaron a mi mente los recuerdos de mi vida en Nueva Orleans, esa ciudad tan llena de color, tan llena de personas de diversas culturas, nacionalidades... - Lo sé. Nueva Orleans es tan especial. Es un lugar único en el mundo y tienes razón, el barrio francés es fantástico - sin poder evitarlo se dibujo una gran sonrisa en mi cara - yo vivía allí. - Nostálgica, escuché la frase que dijo. Era una de las frases más celebres de la ciudad, una frase que había escuchado desde bien pequeñita por parte de mi abuela.

Seguía absorta en mis recuerdos de Nueva Orlenas, cuando escuché la disculpa de Isis. Levanté la vista levemente para encontrarme con unos ojos avergonzados. Sonreí calidamente ante su muestra de delicadeza. Era cierto que se había emocionado mucho al hablar de mi ciudad natal, era extraño, no sabía donde había estado viviendo anteriormente esa chica, pero podría jurar que no era de Louisiana... ni de EEUU, entonces ¿por qué parecía saber tanto acerca de mi ciudad? Sin borrar la sonrisa de mi rostro me dirigí a ella - No te preocupes. Me da mucha pena haber dejado mi ciudad, pero ha sido solo un hasta luego, volveré pronto - dije no muy convencida. Mi padre decía que cuando concluyera su trabajo en Atenas, volveríamos a casa. Pero me daba la impresion que esa trabajo duraría mucho, mucho tiempo.

Recordé lo que ella había dicho antes de que yo hablara, lo que había dicho respecto a su gusto por conocer lugares. Parecía exactamente ese tipo de persona, una persona libre y curiosa a la que no se le podía poner límite para conocer cosas. Sonreí levemente. - Tiene que ser fantástico conocer tantos lugares, tantas culturas.... - aumenté mi sonrisa antes de concluir la frase.

Llegamos a la puerta de una cafeteria y antes de que pudiera extender la mano, Isis abrió la puerta, me dedicó una agradable sonrisa y me invitó a entrar. Antes de que ella apartara la mano pude fijarme en como le temblaba, eso me entristeció un poco ya que yo me sentía muy comoda con ella, y mira que no la conocía de nada, pero ella parecía seguir estando nerviosa e insegura. Respondí a su gesto con una sonrisa que no llegó a mis ojos y entré en la cafetería.

Sonreí ante su comentario. Isis parecía disfrutar muchísimo conociendo nuevos lugares y nuevas culturas, realmente tendría que ser algo maravilloso. Pero algo que ella había dicho me paró y me dió que pensar ,"si no tienes a nadie que te espere en ningún lado..." había dicho antes de referirse a lo maravilloso que era viajar. Aquella frase me entristeció, no podía imaginarme que nadie realmente no tuviera a alguien que le esperara a su vuelta. Me parecía imposible.

La sola idea de saber que al volver a mi casa no me iba a encontrar con mi padre o con mi abuela hizo que se formara un pequeño nudo en mi garganta. Aunque ahora mismo estuviera terriblemente enfadada con ambos por la situación que me estaban obligando a vivir no podía imaginarme la vida sin ellos.

Miré a Isis intentando ocultar mi pena y sonreí ampliamente a modo de un apoyo que no me había ni pedido ni insinuado. Tenía curiosidad por la vida de aquella chica, no una curiosidad chismosa, si no una curiosidad por conocer e intentar entenderla. Pero sería muy inapropiado preguntarle cualquier cosa cuando hacía menos de una hora que nos habíamos conocido.

Nos sentamos en una de las mesas más alejadas de la puerta, en una esquinita donde había una pequeña mesa y dos comodos sillones negros. Antes de que la camarera viniera a nuestra mesa para tomar el pedido, me dirigí a Isis - ¿Y como que has acabado en Atenas? ¿Ha sido por el puro placer de viaja o hay algún tipo de secreto oscuro en tu visita? - pregunté con una risa inocente y burlona.

Nada más terminar de concluir mi pregunta, la camarera vino a atendernos. Isis pidió un café y algo para comer, yo me limité a pedir un Nestea. Vales si, era absurdo pedir en una cafeteria algo así... pero era la única bebida, aparte del agua, que mi estomoga podía tolerar.

Al terminar de coger el pedido la camarera se marchó y nos dejo solas. Miré a Isis esperando su respuesta, y algo en ella me hizo extrañarme. De repente parecia más nerviosa. Me sentí mal al instante, había sido una completa estúpida al preguntarle algo tan...

No pude terminar la frase en mi cabeza, cuando escuché la voz de Isis. Sus tartamudeo del principio me hizo sentirme aún peor, pero cuando luego recuperó la voz, algo en mi también se recuperó. Me sentía mal por haber provocado ese "nerviosismo" en ella, aunque quizás solo fuera fruto de su timidez...

Reí cuando escuche su tono burlón. Deje que terminara de hablar, cosa de la que me arrepentí al momento. Con cada palabra que decía sentia como algo caliente recorria mi estómago. Miré fijamente a Isis, entre contradecida y confusa. Era realmente sorprendente que nuestras situaciones fueran tan iguales.

Mi padre también había venido a aquí a terminar la carrera, también había conocido a mi "madre"... bueno, en ese detalle no teniamos nada de parecido Isis y yo. Reí al imaginarme lo coherente de la siguiente situación "¿Ah si? Mi padre también estudio aquí, ¿y sabes? También conoció a mi madre en Atenas, mmmm... lo que pasa es que ella era la Diosa Artemisa, ya ves, un detalle sin importancia."

-¿Enserio? - intenté ocultar mi confusión con una sonrisa - Mi padre también estudio aquí la Licenciatura - dije, sin incluir el detalle de mi madre, mientras rei sin darle mucha importancia al asunto.

Reí cuando Isis bromeó sobre la apariencia de mi padre. Podía imaginarmelo perfectamente. - ¿Historia Greco-Romana? - pregunté soprendida - mi padre también se licenció en eso... - dije sonriendo divertida - quizás se conocieran y todo - concluí con una sonrisa amable, aunque estaba completamente segura de que no habría podido ser así.

Si Isis había dicho que su padre tenia pinta de nerd, mi padre en su juventud había sido todo lo contrario. En las pocas fotos que tenía de aquellos tiempo, mi padre tenía más pinto del tipico chulito-guaperas de la universidad, cosa que confirmaba las historias que me contaba mi abuela sobre la juventud de mi padre. Cuando era pequeña me hacían gracia, pero ahora que me había hecho mayor y que había visto como los "guays" del instituto se metian con los más debiles, aquel aspecto del pasado de mi padre me decepcionaba. Por suerte, el tiempo había hecho que madurase y cambiara...

La llegada de la camarera con nuestro pedido hizo que me distrayera de mis pensamientos. En cuanto puso el Nestea en la mesa, extendí el brazo para cogerlo, pero antes de que pudiera hacerlo, Isis se había lanzado a su comida. Se me escapó una gran carcajada. La disculpa de Isis no hizo otra cosa que aumentar mi carcajada - No te preocupes, come tranquila - Isis pareció avergonzarse un poco por su comportamiento, iba a repetir que no se preocupase por eso... pero algo que dijo ella en un idioma desconocido me paró. La miré confusa mientras parecia hablar con alguien...